domingo, julio 06, 2008

Duane Hanson

Al final me decidí a visitar la exposición de las obras de Duane Hanson en la sala de que dispone la Fundación Canal (Mateo Inurria, 2, Madrid). Tuve que luchar contra la pereza típica de domingo, pero creo que ha merecido la pena.

No voy aquí a detallar la biografía de Hanson, ni su estilo ni su obra. Hay sitios mucho mejores que éste para obtener esa información. Pero sí voy a compartir mis experiencias en ella.

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Lo primero que destaca de sus obras al llegar, como no podía ser de otra forma, es su tremendo realismo. En cada escultura puedes explorar cada milímetro de piel y descubrir una nueva vena, un lunar, una mancha en la piel, un corte... El hecho de que las esculturas estén vestidas con ropa usada y complementos habituales como gafas o relojes le añaden más realismo aún. No son esculturas de gente importante, salvo en un par de casos, sino gente común, de la calle, americanos del día a día.

La mayor parte de ellos también exhiben en común aquello que más me ha llamado la atención: todos parecen ensimismados, pensativos pero no reflexivos, dentro de sí y mirando al suelo con expresión ausente, como si todos se estuvieran preguntando qué están haciendo... Todos parecen preguntarse si realmente son felices. Si eso que hacen es lo que soñaron de pequeños.

Al entrar en el pasillo lateral de la sala, miré hacia mi izquierda y vi una increíble representación de lo que parecía una mujer, guardia de seguridad a tenor de su camisa blanca de uniforme y un pantalón negro. La cara, su pelo... A pesar de su falta de movimiento, todo en ella parecía tan natural... Muy natural de hecho: cuando rió me di cuenta de que era efectivamente una de las vigilantes de la exposición ;-)

Si tuviera que escoger la que más me gusta, creo que sería Almuerzo (Lunch break, 1989).

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Quizá porque es la única compuesta por tres obreros de la construcción sentados en un andamio y unas vallas de madera (es de hecho la composición más grande), en la que todos ellos miran hacia abajo, perdidos, presos de un pensamiento en círculo... y ninguno habla con los demás.

610x Después de una jornada de trabajo, uno espera que en la comida la gente tenga ganas de hablar entre ellos, de reír o de compartir lo que llevan en sus fiambreras, pero no. Permanecen quietos, mirando al suelo, dándole vueltas en su cabeza de resina de poliéster a quién sabe qué. Uno fuma sentado en el suelo, otro sostiene una lata sin hacerle mucho caso...

Lleva su tiempo darse cuenta de que tras una primera impresión de realidad, dirigida por los detalles de la piel o la expresión, casi divertida y hasta diría que superficial, llega una segunda en la que las esculturas hacen la función de espejo: caes en la cuenta de que el hiperrealismo es la forma extrema que Hanson tiene de hacerte ver el mundo en el que vives. Sus obras son todo menos una huida de lo común, no son un viaje a lo éxotico o lo novedoso. Es la vida misma (bueno, lo que nos toque de esa american way of life) puesta delante de nosotros, disfrazada de la misma realidad común y humana que nos quiere transmitir.

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