viernes, diciembre 12, 2008

Cuento de Navidad

Ya estaba todo listo. Había costado, por la falta de práctica, pero por fin estaba todo en su sitio. El plan había sido completado. El círculo por fin se cerraba. Enviar felicitaciones por Navidad era una práctica que había quedado olvidada en algún rincón de su cabeza, apartada quizá por otros asuntos llamados más importantes, así que cuando se vio en la situación de recuperarla, decidió que había que ponerle cuidado y empeño para no meter la pata.

"Repasemos —se dijo—. Los sellos comprados, las felicitaciones escritas dentro de los sobres con las direcciones de sus destinatarios. Los nombres de los receptores del mensaje y las tarjetas correspondientes comprobadas dos veces. ¿Ya está todo? Falta dejar mi huella genética en los bordes del triangulito de papel y cerrar los sobres".

"¿Ya está todo? Sí. Ahora es trabajo de Correos".

Y ahí van las cartas, cayendo por el tobogán amarillo del buzón para caer, ansiosas por llegar a su destino, en una saca, piscina seca donde otras cartas nadan a oscuras y esperan empezar su viaje. Y mientras tanto él se aleja, como quien sabe ya que el tren partió y que su presencia en el andén ha dejado de tener sentido. Mete sus manos en los bolsillos y emprende el camino de vuelta. Y es entonces cuando sus dedos acarician un papel inesperado...

"¡Ay, diosshh!"

"¡LOS SELLOS! ¡No    he    pegado    los    sellos!"

"¿Y ahora qué hago —se preguntó nervioso—? ¿Espero a que vengan los empleados de la empresa de la cornetilla? No llegarán antes de las cinco, y quién sabe a qué hora recogerán las cartas de este buzón. ¿Me dejarán coger los sobres? Puedo demostrar que son míos, casi podría decir que los he parido yo mismo, Son seis, amigo, son míos, se lo juro, ahí va mi carné de identidad, los sobres van sin sello y todavía deben estar juntos".

"¿Me las devolverán a casa? ¡No puedo esperar! Peor aún: ¿Y si resulta que finalmente se envían y llegan a su destino? ¿Qué tipo de persona pensarán que soy si el cartero, amable, les pide que por favor franqueen el envío que el remitente olvidó?"

El destino, que cuando ve que le falta ironía la suple con cierto humor negro, accedió a enviarle un empleado de Correos, no de la demarcación del buzón, y tampoco del servicio de recogida, sino de envíos urgentes, y que le aclaró de forma un tanto hosca que hiciera lo que hiciera, las cartas se enviarían... a su casa. Respiró aliviado, volvió a escribir las felicitaciones (con el mismo empeño y cuidado), repitió el proceso de comprobar que las direcciones y las felicitaciones casaban con los nombres de sus dueños, selló de nuevo genéticamente los sobres, esta vez sí pegó los sellos, y los volvió a echar en el buzón.

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Sirva este post como castigo por tamaño despiste, y para escarnio público del que, como recuerdo cada día, siempre olvida el noveno bit. La historia es totalmente cierta y el protagonista, ahora queda claro, soy yo mismo. :-D

6 comentarios:

Anónimo dijo...

:D ¡Qué bien! Así que las postales van a tener una gran historia por detrás! :D

Wilsoke dijo...

@ivich Esta por lo menos es divertida ;-) Me está bien empleado, por tener un cerebro de esponja :-) Malditas vacas locas!

Banyuken.es dijo...

A mi ha estado a punto de pasarme eso varias veces, no te creas que es tan raro. Me pasará, estoy seguro. ;)

Wilsoke dijo...

@Banyu Muchas gracias por tu comprensión :-)

Lusika dijo...

Je, je, je... ¡qué bueno!! Lo que me he podido reir!!! ¡¡Me ha encantado!!

Si antes apreciaba tu felicitación de Navidad, ahora es por partida doble!!!!

Miles de gracias!!! Ahora sólo tienes que seguir practicando enviándome de vez en cuando una postal de esas tierras :)

Wilsoke dijo...

@Lusika :-) Me alegro... De verdad que lo que más me preocupaba es que pensaráis: "¡qué morro que tiene, que encima tenemos que pagar la tarjetita!" ;-) Respecto a las futuras postales, dalo por hecho :-)