lunes, agosto 04, 2008

Vivir en el tiempo


The Passage of Time, originalmente cargada por ToniVC.

No nos damos cuenta de que vivimos más de un tiempo a la vez. Cuando hablamos de tiempo se nos viene a la cabeza un reloj, el símbolo de nuestro tiempo tiempo físico, podríamos decir nuestro tiempo natural. Es el de los relojes atómicos, el de la vibración del isótopo de cesio 133, el que nos despierta por las mañanas y el que nos avisa de que va a empezar Héroes.

También vivimos un tiempo psicológico. Ese tiempo es el origen de expresiones como "se me hizo un día largísimo", o la de "me lo pasé tan bien que se pasó el día en un parpadeo". Es un tiempo interno, propiamente nuestro, que nos marca cada segundo según nos va en la feria.

Pero ahora quiero hablar del tiempo ontológico. Es el tiempo en el que vivimos nuestra vida. Los hay que viven en el Pasado la mayor parte del tiempo. Los ancianos, que ven que su futuro ya no es tan amplio, tienden a refugiarse en lo ya escrito en el libro del Tiempo. Los que temen al futuro o quieren evadirse del presente también encuentran refugio en lo que ya no se puede cambiar.

Los hay que habitan en el Futuro. Viven rodeados de lo que van a hacer, olvidando lo que están haciendo. Son los artesanos de la planificación y las agendas, y sólo miran hacia delante. Reflexionan, no sin cierta razón, que el pasado no puede cambiarse y que por ello queda fuera de nuestro control. Creo que olvidan que la función del pasado es la de enseñar, la de maestro. ¿Quién quiere cambiarlo?

Y es tan difícil vivir en el Presente... Trata de prenderlo y verás impotente que, como quien intenta asir un puñado de playa haciendo de sus manos un improvisado reloj de arena, vamos perdiéndolo sin querer. Así es el Presente, impasible, siempre en tránsito, instantáneamente transformando al que quiere ser en el que ya fue. En esa frontera, en esa línea hemos de vivir.

No quiero dar a entender que el pasado y el presente no son importantes. Ya dije que el pasado enseña, y el futuro abre puertas, pero hay que darles su lugar. El lugar que queda demarcado por nuestro nacimiento y nuestra muerte. Porque hablamos del pasado como si hubiéramos vivido siempre, y hablamos del futuro como si no pudiera terminar mañana mismo. Y mirando hacia atrás nos perdemos lo que pasa ahora, igual que si miramos hacia delante...

Los hay que vivimos en el pasado, del que a base de pequeños gestos vamos aprendiendo, abrazándolo. Pero para darnos cuenta de que lo abrazamos para despedirlo, como a un compañero querido que se va de viaje. Los que hay que vivimos en el futuro, y con las lecciones del pasado lo recibimos más prudentes, más cautos, no temerosos pero sí con una nueva perspectiva, con cierta distancia.

Y en esa trágica vibración temporal debemos perseguir y capturar el presente, capturar esa mariposa mientras descubrimos que se transforma con cada aleteo, y que en ese mismo instante ya no es nuestra.

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