domingo, octubre 26, 2008

El discreto, de Baltasar Gracián

Gracián,_Calatayud Ayer terminé por fin El discreto, de Baltasar Gracián (cómo se nota que ya no tengo tanto tiempo para leer ;-), del que ya he posteado en alguna ocasión, y me dispongo a comenzar Oráculo manual y arte de prudencia, que vendrá a ser, si no me equivoco, un repaso menos narrativo y más normativo de las mismas enseñanzas morales.

En este post voy a recoger algunos párrafos que me han llamado la atención del libro recién terminado. No serán probablemente lo más importantes, y es más que posible que no sean los que habrías escogido tú, pero helos aquí.

Pero ¿qué desigualdad más monstruosa que la de Nerón? No se venció a sí mismo, sino que se rindió. Algunos a sí mismos buenos se compiten mejores, que es gran victoria de la perfección, pero otros no son vencedores de sí, sino vencidos, rindiéndose a la deterioridad.

Si la desigualdad fuera de lo malo a lo bueno fuera buena, y de lo bueno a lo mejor, mejor; pero comúnmente consiste en deteriorarse, que el mal siempre lo vemos de rostro y el bien de espaldas. Los males vienen y los bienes se van.

Realce VI, No sea desigual [incoherente, veleta]

En las vulgares artes [la elección] también tiene lugar a proporción [también cuenta]. Vimos ya dos eminentes artífices que se compitieron la fama: el uno por lo delicado y primoroso, tanto que parecía cada una de sus obras de por sí el último esfuerzo del artificio yo todas juntas no satisfacían; al contrario, el otro jamás pudo acabar cosa con última delicadeza ni llevarla a la total perfección. Con todo eso, tuvo éste el realce de la elección tan en su punto que se alzó con el aplauso universal.

[...]

Ni es menor el empeño el escoger los amigos, que han de ser de elección y no de acaso, acción muy de la prudencia y en los más de la contingencia. Elígense también los familiares [los de trato frecuente y de confianza], que son ayudantes del vivir y, las más veces, enemigos no excusados.

Mas si en los hijos tuviera lugar el delecto fuera la primera de las dichas. Pero hay tales caprichos en el mundo que eligieran los peores y así favor fue de la naturaleza el prevenirlos, pues aun los que les dio el cielo buenos, ellos, o con su ejemplo o con su descuido, vienen a hacerlos malos, que son muchos los que malogran favores de la naturaleza y de la fortuna.

Realce X, Hombre de buena elección

“Harto presto, si harto bien”, dijo el sabio. Nunca examinamos en las obras la presteza o la tardanza, sino la perfección; por aquí se rige la estimación. Son aquéllos accidentes que se ignoran o se olvidan y el acierto permanece. Antes bien, lo que luego se hizo, luego se deshará, y se acaba presto porque presto se acabó. Cuanto más tiernos sus hijos, se los traga Saturno con más facilidad; y lo que ha de durar una eternidad, ha de tardar otra en hacerse.

Realce XV, Tener buenos repentes.

Reparo fue en los advertidos, si risa en los necios, el discurrir Diógenes con la antorcha encendida al mediodía, rompiendo por el innumerable concurso de una calle; pasó a admiración cuando, preguntándole la causa, respondió: “Voy buscando hombres, con deseo de encontrar alguno, y no le hallo”. “Pues, y éstos”, le replicaron ellos, “¿no son hombres?”. “No”, respondió el filósofo, “figuras de hombres sí, verdaderos hombres, no”.

Realce XVI, Contra la figurería

Muéstranse otros muy ministros, afectando celo y ocupación, grandes hombres de hacer siempre negocio del no negocio. No hay chico pleito para ellos; de las motas levantan polvaredas y de pocas cosas mucho ruido; véndense muy ocupados, hambreando reposo y tiempo. Hablan de misterio: en cada ademán o gesto encierran una profundidad entre exclamaciones y reticencias, de suerte que llevan más máquina que el artificio de Juanelo, de igual ruido y poco provecho.

Artificio de Juanelo: "el tan citado ingenio en la literatura española de la época servía para subir agua del Tajo a Toledo".

Realce XX, Contra la hazañería

Pasión es de necios el ser muy diligentes, porque como no descubren los topes obran sin reparos, corren porque no discurren y, como no advierten, tampoco advierten que no advierten, que quien no tiene ojos para ver, menos los tendrá para verse.

[...]

Pero no es menor infelicidad la de una grande inteligencia sin ejecución: marchítanse en flor sus concebidos aciertos porque los comprendió el hielo de una irresolución, y perdida aquella su fragante esperanza, se malogran con el dejamiento.

[...]

Tiene lo bueno muchos contrarios, porque es raro y los males muchos: para lo malo todo ayuda. El camino de la verdad y del acierto es único y dificultoso: para la perdición hay muchos medios y pocos remedios. Contra lo conveniente todas las cosas se conjuran, las circunstancias se despintan: la ocasión pasando, el tiempo huyendo, el lugar faltando, la sazón mintiendo y todo desayudando; pero la inteligencia y la diligencia todo lo vencen.

Realce XXI, Diligente e Inteligente

Tanto se requiere en las cosas la circunstancia como la sustancia; antes bien, lo primero con que topamos no son las esencias de las cosas sino las apariencias. Por lo exterior se viene en conocimiento de lo interior y por la corteza del trato sacamos el fruto del caudal, que aun a la persona que no conocemos por el porte la juzgamos.

[...]

No basta el grande celo en un ministro, el valor en un caudillo, el saber en un docto, la potencia en un príncipe, si no lo acompaña todo esta importantísima formalidad.

Realce XXII, del modo y agrado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No es el tipico libro que yo leeria. Pero me quedo con "Pero no es menor infelicidad la de una grande inteligencia sin ejecución"

Anónimo dijo...

madre mía, si ya me cuesta leer el castellano moderno...

Wilsoke dijo...

@miriam ¿No te pica la curiosidad probar a ver? ;-)

@evemary Es más fácil de lo que parece, es pillarle el ritmillo... psss tchasss psss psss, tchasss psss psss... :-)