domingo, junio 22, 2008

¡Ahivá! ¡La encuesta!

¡Casi me olvido!

Revisando el layout del blog he caído en la cuenta de que no presenté los resultados de la última encuesta planteada a mis amables lectores. Procedo pues.

Contestaron once visitas, de las cuales diez opinan que vivimos muertos, mientras que sólo uno piensa que vivimos muertos y que parecemos vivos. El discrepante, ¡oh, sorpresa!, es el que suscribe.

Explicaré mi opción, y pido perdón por la reflexión tan poco común sobre estos temas escatológicos.

¿Qué significa que vivimos muertos? Quizá que queremos aparentar que vivimos, hacernos la ilusión de exprimir cada segundo, que nos damos enteros a cada instante. O quizá quiera decir que ya hemos muerto en vida, que vivimos sin objetivos, sin metas y sin ilusiones, que la vida nos ha adelantado, que nos hemos detenido en nuestro caminar diario. ¿Significará quizá que no vivimos sumergiéndonos como debemos en la vida, en nuestra Vida?

¿Y que significa que parecemos vivos? Que a pesar de todo, no lo estamos, que es una fachada, una apariencia (una máscara), que parece que vivimos porque nos movemos, porque hablamos, porque reaccionamos (que no "accionamos", sino que respondemos pasivamente a la acción).

¿Y no es acaso todo eso lo mismo? ¿No se reduce todo al final a una sola cosa? Que nos ha sido dada una vida, no una cualquiera, sino la Nuestra. Y ninguna posibilidad de repetir: es una sólo.

Lo voy a repetir, para que no pase inadvertido:

Sólo tienes una Vida

Y no sabes cuándo te será arrebatada.

Sé que estos temas no son agradables, que la gente los evita, quizá pensando ingenuamente que si no se reflexiona o no se habla sobre ellos desaparecen. Casi como los pequeños que se tapan los ojos para esconderse de los demás. Pero una reflexión profunda del tema puede ser la clave para bucear por fin en cada pulsante momento de tu vida (todos elaboramos teorías, nos es fácil; algunos saben llevarlas a la práctica; los que menos tienen éxito... Por eso, no hagáis mucho caso de las mías).

Me vienen a la mente dos sugerencias de lectura: el muy breve Tratado sobre la Brevedad de la Vida, de Lucio Anneo Séneca, y el Bushido Shoshinshu (El Código del Samurai), de Taira Shigesuke.

Ya para terminar, y como una forma de equilibrio, las reflexiones sobre la inmortalidad del inimitable Santi Rodríguez.

(por cierto, por experiencia sé que todo lo que cuenta del cuchillo y las cebollas es tristemente cierto, uno de los gilipollas fui yo :-)

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