Todavía recuerdo como si fuera ayer mismo el abrazo eterno que nos dimos mi hermana y yo. Fue un te quiero infinito que hoy, después de ocho años, me une de una manera muy especial con ella.
Te echo mucho de menos.
Reflexiones en voz alta de (como me dicen) un filósofo del software, que siempre olvida el noveno bit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario