martes, junio 03, 2008

¿Amas tu trabajo?

Recuerdo que Scott Adams, el creador de Dilbert, escribía en uno de sus libros que era curiosa la percepción que teníamos de las personas en el trabajo y fuera de él. Hablo de memoria, así que es casi seguro que no voy a escribir lo que leí, sino lo que yo recuerdo que creo que entendí que había leído.

El caso es que el argumento iba más o menos así. En el círculo de tus personas cercanas, si te fijas, observarás comportamientos poco... racionales, por decirlo de alguna manera. Por ejemplo, mantener una conversación en la que no escuchas lo que el otro dice, o al menos has escuchado lo justo para empezar a elaborar una respuesta (lo que hace que dejes de escuchar).

Sin embargo, cuando entramos en el trabajo, cuando traspasamos el umbral de sus puertas, cuando nos introducimos en el "mundo laboral", asumimos inmediatamente y sin dudar la idea de que entramos en un "mundo racional". Somos profesionales, claro está, así que no podemos comportarnos de forma irracional, que es lo mismo que decir emotiva, emocional o sensitiva. El "mundo laboral" es por necesidad el "mundo racional", el "mundo insensible".

¿Qué falla en este modelo del entorno laboral? Simplemente, que el umbral del trabajo no cambia nuestra dimensión humana, que seguimos siendo más o menos igual de irracionales, que a pesar de todo seguimos siendo la misma persona que éramos antes. La misma persona que siente, piensa, reflexiona, se emociona...

Está claro que debemos modular nuestros comportamientos. Sería inadmisible ponernos a patalear ante nuestro jefe porque no queremos realizar cierta tarea (¡y de alguna forma lo hacemos!). Pero "modularlos", no "eliminarlos". El aspecto humano es fundamental en cualquier entorno de trabajo, tanto interno, el ser humano interior, como exterior, el ser humano en relación con los demás, y en ese sentido son importantes aspectos como la propia motivación o el trabajo colaborativo en equipo. Nos hemos cansado de oirlo, pero no por ello deja de ser cierto: lo más importante son las personas, ¿sí? Lo-más-im-por-tan-te-son-las-per-so-nas.

20060722022000-tiempos-modernos Donde quiero llegar, lo que me mueve a publicar esto, es que defiendo que no somos máquinas empleadas, que no somos partes sustituibles, que las cosas nos afectan, que seguimos siendo personas, personas que se esfuerzan por ejercitar un comportamiento racional, porque es el único que nos permite trabajar juntos, comunicarnos, colaborar, producir, motivar... Y que desde luego no somos meros automatismos, que la autoridad de un jefe no es la ejecución mecánica de quién maneja un panel de control, limitando su trabajo a analizar las lucecillas y decidir qué ruedas girar y qué botones pulsar. Cualquiera de las decisiones de un responsable para con su gente tienen que ser pensadas como lo que son: decisiones con una consecuencia laboral, claro está, pero también con una consecuencia emocional, emotiva, y diría que incluso sentimental.

¿No sería bonito poder decir que estamos enamorados de nuestro trabajo? ¿Que amamos lo que hacemos? Creo que esas palabras, aun pareciendo ñoñas, tienen muchísimo sentido. Mucho más en el tipo de trabajo intelectual y creativo que, en particular en mi profesión, realizamos.

51MlUgcSICL._SS500_Queda dicho. Dejo para otro día comentar el capítulo de Peopleware relativo a la auto-estima del programador y la calidad del producto construido, del que creo que es relevante para la discusión acerca del amor a tu trabajo.

Por cierto, me encanta el verbo publicar, y creo que es la primera vez que soy consciente de su verdadero significado.

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