sábado, junio 14, 2008

Libro geek: El Nombre de la Rosa

Y ya que estamos con Umberto Eco y su "El Nombre de la Rosa"...

Para él hubiera sido imposible, como semiólogo que es, no haber hecho girar todo el misterio de su novela detectivesca (llevada al cine con bastante acierto), alrededor de la confusión entre significante y significado, entre símbolo y esencia, entre la realidad de las cosas existentes ¿reales? y de las cosas pensadas ¿imaginadas?.

Atención, spoiler. Si no te has leído el libro o no has visto la película, no continúes. El siguiente texto contiene pistas que te podrían destripar la película (de mala manera).

Dicho lo cual, continuamos:

SECRETUM FINIS AFRICAE
MANUS SUPRA IDOLUM
AGE PRIMUM ET SEPTIMUM
DE QUATUOR

"La mano sobre el ídolo opera sobre el primero y el séptimo de los cuatro".

¡El primero y el séptimo de la palabra QUATUOR, no de su significado!. No entendían porque confundieron el significante con el significado. Y así nuestra "realidad" no es más que un jardín de símbolos en un cerebro que, con suerte, los manipula con habilidad.

50pipe Y "la verdad está ahí fuera" significa que lo existente es un jardín de ontologías sobre los que hemos creado un conjunto de símbolos, y sobre los que estamos de acuerdo. Sucede también que, bien manejados, la combinación de esos símbolos y una serie de reglas de la razón nos permite "predecir" el futuro, si hablamos de ciertos símbolos "causa" y ciertos símbolos "efecto". La base de nuestro conocimiento es el acuerdo tácito y dirigido por reglas "razonables" (¿derivadas de aquellos símbolos quizá?) acerca de los conceptos representados por símbolos, junto con una asociación causa-efecto (que Hume cuestionó, por cierto).

Pero no todo es tan fácil. Se debe ser muy preciso en qué símbolo se le quiere dar a qué significado, o arruinaremos el entendimiento. En una conversación informal, se puede permitir cierta ambigüedad y en ciertos casos es incluso necesario (por ejemplo, al contar un chiste), porque la información imprecisa se puede obtener más o menos fácilmente del contexto del receptor. Pero en una conversación más formal, la imprecisión no tiene lugar.

Vale, quillo, ya... lo he pillado ¿y qué?

Pues que si a esta reflexión acerca de la representación por medio de símbolos de conceptos pre-existentes "ahí fuera", junto con la precisión de los símbolos utilizados en la comunicación, le unes ciertos juegos lógicos dispersos por el libro, y lo yuxtapones a ciertas referencias a la criptografía, lo que tienes es que "El Nombre de la Rosa" es un libro geek, friki total, informático 100%.

Ya bueno, lo único que además habla de herejías y religión y... ¿y eso?

Exacto. Pues te sorprendería saber la fe que le tienen algunos a ciertos IDE, la devoción rayana en el fanatismo a una tecnología, las experiencias místicas de otros contemplando la luz de un patrón de diseño, las apostasías de los seguidores de Windows reconvertidos en Linux por obra y gracia del código abierto, y las veces que algunos heresíacos del demonio mencionan equivocadamente el santo nombre de Parnas en vano, y ahogan sus enseñanzas bajo toneladas de código innecesariamente complejo... ¡A la hoguera!

Creo que es mi deber sugerirte que te replantees lo que te propuse hace unas entradas de ir al psicólogo... Conozco uno muy bueno que...

Nop.

1 comentario:

Wilsoke dijo...

Aunque estoy seguro de que muchos lo sabréis, el cuadro que ilustra esta entrada se llama "La trahison des images" (La traición de las imágenes), y fue pintado en 1928-1929 por René Magritte.